There.

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miércoles, 19 de marzo de 2014

Sexagésimo cuarto(parte3)


-Mierda, Euclides, ¡Despierta!-Exclamó ella preocupada.
Le dió agua para que bebiera y cuando se despertó le dio comida de la que habían guardado, parecía que se encontraba mejor. Solo había sido un susto.

Pasaron los días entrenando, Euclides seguía notando que le faltaban nutrientes y cada día se encontraba peor, pero no quiso preocupar a Evangeline. Un día no se levantó de la cama hasta la tarde y sus padres se extrañaron así que fueron a verle a su cuarto y estaba pálido, tenía fiebre, decidieron llevarle al hospital.

Evangeline no se enteró de que es lo que pasaba ya que Euclides no había tenido tiempo de dejar ninguna nota, así que estaba demasiado preocupada, pasaron los días y ella no conseguía nuevas noticias sobre su estado, él seguía en el hospital donde le diagnosticaron que tenia anemia por falta de hierro. Un día Evangeline decidió hablar con los criados de Euclides que eran los únicos que sabían de su relación.

-Ana, hace días que no veo a Euclides ¿Qué ha pasado? ¿Ha hecho alguna locura de las suyas, no?
-Esforzarse demasiado en vuestro plan de escape, me lo ha contado todo y se ha involucrado tanto que está en el hospital, creo que tiene una anemia por falta de hierro.
-¿Cuándo va a estar el hospital libre de su familia para ir a verle?
-Ahora mismo están todos en el laboratorio trabajando, puedes ir.
-Gracias.-Dijo Evangeline mientras besaba la mejilla de Ana.

Al llegar al hospital preguntó por la habitación de Euclides.
-¡Clides! ¿Que ha pasado, cariño?
-No se que de falta de hierro, bah seguro que no es nada, chupo un martillo como la cyrus esa durante una semana y ya.
-Al menos te lo tomas con humor, sabes que es por tanto entreno y la choza ¿no? No te involucres tanto.
-No quiero perderte.
-Sabes que no me vas a perder nunca, te lo prometi y mantengo mi palabra.
-Creo que mañana me dan el alta, la choza está acabada y de entrenamiento solo quedan unas cuantas semanas más.

Evangeline se fue a casa, ya que debia acudir a la cena.

Al día siguiente Euclides ya estaba de vuelta en casa y las semanas que quedaban de entrenamiento transcurrieron normal porque Euclides estaba curado y al no tener que trabajar en la choza ya no se esforzaba tanto.

Llego el final de los dos meses de entrenamiento y el lunes siguiente quedaron en el tronco.
-A ver, el plan es: yo toco la valla vienen los guardias a por mi, tu mientras sales por el lado este del poblado por el hueco de la valla y después me reúno contigo en la panaderia a la que va siempre Ana.
-Perfecto, voy al lado este y cuando  quieras toca la valla y corre hacia mi.

Le dio Euclides una patada a la valla y empezó a correr, al rato ya estaban los dos juntos en la puerta de la panadería.

Evangeline llevaba una mochila con comida y dinero, entraron a por algo de pan. Al fin estaban a salvo lejos de todo aquello, decidieron caminar hasta el pueblo más cercano y alli alquilaron una habitación de motel.

Al llegar al motel se tumbaron en la cama, era de matrimonio, Euclides llevaba el pelo alborotado y con un poco de sudor en la frente, eso parecia que excitaba un poco a Evangeline que empezó a besar apasionadamente a su chico se desnudaron, Euclides iba a pasar a la acción cuando:
-Espera, yo nunca...
-Tranquila confía en mi.-Dijo Euclides y la besó.
Euclides cogio por la cintura y el culo a Evangeline mientras empezaba a hacerle el amor. Todo acabó en un orgasmo que se convirtió en un grito de ella. Cayeron rendidos y se durmieron.

Al día siguiente por todo Sexagésimo cuarto estaban buscandolos, dieron orden de busca y captura, sus padres estaban como locos buscandolos.

Euclides y Evangeline bajaron a desayunar a un bar que había enfrente, el pueblo era pequeño con pocos habitantes, pero no necesitaban mucho mas. Se sentaron en una mesa y tomaron chocolate con churros.

-Estas cosas no se comen en Sexagésimo, están buenísimos.
-No se comen porque no encontramos el momento pero ayer los churros ya los probaste.-Contestó Euclides con una sonrisa pícara.
-Que sepas que me encanto y que me están apeteciendo más churros de los de ayer.
Acabaron el chocolate con churros y pagaron y subieron corriendo a la habitación besándose, nada más entrar Evangeline le quitó la ropa a Euclides y se agachó hasta poder tener a mano el sexo de Euclides después en la cama acabaron lo que habían empezado.

-Sabes, podría acostumbrarme a esto, pero tarde o temprano nos pillaran.
-Carpe diem, vivamos el momento.
-Disfrutemoslo.-Exclamó Evangeline.

Pasaron unos meses asi entre churros y polvos, mas de tres al día, ya que no tenían mucho más que hacer.

Al tercer mes sus padres mandaron unos guardias a ese pueblo, pero ellos no sabían nada, no tenían forma de enterarse. Les cogieron y se los llevaron a Sexagésimo.


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