There.

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miércoles, 19 de marzo de 2014

Sexagésimo cuarto(parte6 y última)


Al día siguiente Euclides se despertó pronto, no podía dormir y decidió ir al laboratorio viejo ya que ya no lo usaban sus padres, buscó tubos de ensayo con algún tipo de etiqueta y nada, llevaba el espejo en el bolsillo lo sacó y lo puso sobre la mesa que había delante de él, lo fundió hasta obtener una masa bastante fluida y cogió una de las carcasas de dispositivos que había sobre una estanteria, metió el líquido dentro de la cápsula, era demasiado grande para meterla en la flor que llevaba en el bolsillo y la cortó por la mitad con un artilugio que tenía una cuchilla, aunque no conocía su utilidad. Metió la capsula en el corazón de la flor, no pasó nada. Maldijo todo lo que existía.

Aún eran las ocho de la mañana y Euclides fue al tronco a tomar el aire con la flor en el bolsillo pensando en qué se les escapaba, sacó la flor y ahí estaba marchita, como si fuera otra, lo había logrado. Corrió hacia el colegio de Evangeline donde ella estaría en la puerta con sus amigas ya que entraban a las ocho y media así que aun tenía media hora para llegar hasta allí.

-¡Evangeline!-Exclamó él al llegar jadeando.
-¿Qué haces aquí?
-Lo tengo.
-¿Tener el qué?
-Ven te lo explico.-Euclides le explicó todo mientras sacaba la otra mitad de capsula del bolsillo y se la tendía a Evangeline, ella se la tomó y nada, no pasó nada, Evangeline no fue a clase y se quedaron en el tronco hablando.

De repente Evangeline empezó a convertirse en chica, su pelo rubio volvía a brillar sobre su cabeza. Se besaron y volvieron a manifestar sus necesidades como días atrás, pero esta vez era mejor, todo había vuelto a ser como antes.
-Pero no me pueden ver así
-Escápate de casa, quedate en la choza que construí.
-Está bien, ¿pero qué toca ahora?
-He pensado llenar más capsulas y echarlas en la comida y todo volverá a ser como antes después de cenar.
-Genial, esta tarde vamos los dos juntos al laboratorio.

Llenaron muchas capsulas de la esencia del espejo y las echaron en la comida, a la noche en la cena todo el mundo se revolucionó ya que todo había vuelto a ser como antes, Euclides, Evangeline y unos amigos suyos dispararon sus armas a la voz de ¡Fuego! De Euclides y todo se revolucionó pusieron bombas en las casas de los gobernadores aunque fueran sus padres y al final todo estaba destrozado y todo el mundo corría en cualquier dirección.

Todo se acabó y pudieron vivir solos y en paz, construyeron la casa de sus sueños y vivieron en ella sin preocupaciones solo Euclides y Evangeline. Alrededor había más casas de los demás que habían sobrevivido, pero todo era una ciudad como antes y no un poblado con una valla alrededor.

Sexagésimo cuarto(parte5)

Se despidieron para poder llegar a la cena, Euclides estaba hambriento ya que llevaba mucho tiempo sin comer.

Por la mañana se puso unos vaqueros y una camiseta vieja y cuando vió que era el único en su casa bajó al trastero. Allí todo estaba oscuro, uso la linterna que llevaba en el bolsillo junto con la flor, oyó una voz.
-¿Quién anda ahí?
Era el guardia del trastero, ¿un guardia en el trastero? Que raro eso nunca lo habría pensado se escondió y cuando el guardia se fue con su linterna por un pasadizo para mirar quién había, él siguió por otro pasillo, encontró un espejo gigante y puso la flor delante, nada, no estaba marchita. Más adelante había otro espejo, pero este era mas pequeño, casi de bolsillo, le faltaba una esquinita donde parecia encajar el trozo que tenía Evangeline, la flor, estaba marchita. Cogió el espejo y se fue, se topo con el guardia.

-No tan rápido chico.
-Soy el hijo de los dueños mi padre me ha mandado que baje a por este espejo.
-¿Tu crees?
-Sí, claro.
-Está bien, puedes irte.

Corrió por las escaleras. Se metió en la ducha para ir a comer, en la ducha no dejo de pensar en Evangeline y pensó que tendría que dejar de pensar en ella porque sino no podría estar más sin verla, esta tarde, no siestas, nada, la buscaría en el comedor y se la llevaría a su tronco.

Dicho y hecho acabaron en el tronco desnudos, jadeando y sudando despues de haber saciado su deseo dos veces. Aunque Evangeline tuviera apariencia de chico eso no le impedía nada a Euclides, la quería igual.
-Mira que guapa eres.-Le dijo Euclides mostrandole el espejo.
-¡Lo has encontrado!
-Espera, tengo uno igual en la mochila, deberíamos hacer el cambiazo por si acaso.
-No creo que sea nece...-Unos ruidos de pisadas por el bosque le interrumpieron y se vistieron enseguida. Era su padre.
-Jovencito, dame el espejo que has cogido, te dijimos que no bajarás al sotano.
-Ten.-Dijo él dandole el falso mientras Evangeline escondía el otro.
-¿Qué haces con él?
-Nada padre, charlabamos.
-Pues cuando te vistas para ocultarlo no te pongas la camiseta del revés.-Le dijo su padre mientras se reía y se iba.

-Que vergüenza.-Dijo Euclides sonriendo.
-Me alegro de que hayas encontrado el espejo, gracias.
-De nada, mañana investigare más por si hay cura para esto y nos rebelaremos destruyendo todo esto, ¿prometido?
-Prometido.-Exclamó Evangeline y besó a Euclides.

Sexagésimo cuarto(parte4)

Les esposaron.

-Euclides, haran lo que nunca quisimos.-Dijo Evangeline con lagrimas en los ojos.
-Recuerda que pase lo que pase nada cambiará, te seguiré amando.

Tal y como Evangeline había supuesto a ella se la llevaron al laboratorio y encerraron a Euclides en su cuarto sin salir ni a comer. Él no podía dejar que eso ocurriera, no sin rebelarse, salió de su cuarto, su padre que pasaba por allí le paro:
-Estas castigado, señorito.
-¡¿Perdona?! ¿Después de todos los castigos que he tenido y el que se me acerca  crees que puedes seguir castigandome? Soy mayor de edad por si no lo recuerdas y me quiero ir de este mierda sitio y con Evangeline por cierto.
-A mi no me hables así, un respeto. Sigues bajo mi techo, mando yo.
-¿Qué le estáis haciendo a Evangeline?
-Deja ya a esa chica, lo vuestro no llegará a nada, va a cambiar.
-¡¡¡No!!! No os saldréis con la vuestra.
-¿Quién lo va a impedir? ¿Tú? Vuelve a tu cuarto.
-Sí, yo si hace falta sí.
-Te estás pasando ¿Te alargo el castigo?

Después de esa discusión cerró la puerta de su cuarto de un golpe, pensó en salir por la ventana pero estaba demasiado alta y era muy pequeña, corrió la cama y la puso debajo, nada, seguía sin llegar, probó saltando de la cama y con un gran salto se aferro al alfeizar, nada, se cayó a la cama. Era imposible salir de allí, al fin se quedó dormido.

Después de un mes ahi encerrado dejando notas en el alfeizar que nadie recogía al fin pudo salir y fue corriendo al tronco:
-Eh! Tio quita de ahí es mi sitio, me siento yo.-Dijo al ver a un rubio sentado en su tronco.
-Euclides, soy y...-Se vió interrumpida por un abrazo.
-Te echaba de menos, no recogiste mis notas del alfeizar.
-Me han cambiado de colegio y ya no paso por tu casa para ir, todo me esta yendo fatal.-Dijo con lágrimas en los ojos.
-Corazon, tranquila. ¿Qué es esto?-Dijo Euclides mientras cogía un trozo de espejo que había en la mochila abierta de Evangeline.
-Ah, nada lo encontre mucho antes de que nos escaparamos, no se de dónde es.
-Espera, estás flores se ven diferentes con el espejo.
-¿Cómo dices?
-Mira, en el espejo están marchitas y ahí están preciosas, al principio del proyecto oí que mi padre decia que lo habían probado en las plantas primero, pero en el espejo se ve como estaban mucho antes, cuando era pequeño y corría por aquí las veía así, que raro.
-No tan raro, ¿y si ese espejo ve todo sin los dispositivos?-Dijo Evangeline mirandose en él.
-Dios, con el espejo estás preciosa.-Dijo Euclides besándola y empezando a meter la mano por sus vaqueros.
-Clides, ¿aquí? Es un sitio público.
-¿De qué tienes miedo?-Preguntó mientras la seguía besando y se ponía sobre ella, se desnudaron.
-Osea que no toda tu es un chico ¡eh!-Exclamó Euclides mirando la parte baja de Evangeline con deseo.
-Eso parece.
Y siguieron a lo suyo y acabaron haciendo el amor.

Al día siguiente por la tarde volvieron a verse en el tronco, a desnudarse e hicieron el amor.
-He pensado investigar algo más sobre el espejo, recuerdo que antes de empezar el proyecto mis padres llevaron algunos muebles al trastero, puede que sea un espejo que esté alli.
-Esta bien, mañana por la mañana mientras voy al colegio puedes ir, llevate una de estas flores para comprobar si es el espejo.

Sexagésimo cuarto(parte3)


-Mierda, Euclides, ¡Despierta!-Exclamó ella preocupada.
Le dió agua para que bebiera y cuando se despertó le dio comida de la que habían guardado, parecía que se encontraba mejor. Solo había sido un susto.

Pasaron los días entrenando, Euclides seguía notando que le faltaban nutrientes y cada día se encontraba peor, pero no quiso preocupar a Evangeline. Un día no se levantó de la cama hasta la tarde y sus padres se extrañaron así que fueron a verle a su cuarto y estaba pálido, tenía fiebre, decidieron llevarle al hospital.

Evangeline no se enteró de que es lo que pasaba ya que Euclides no había tenido tiempo de dejar ninguna nota, así que estaba demasiado preocupada, pasaron los días y ella no conseguía nuevas noticias sobre su estado, él seguía en el hospital donde le diagnosticaron que tenia anemia por falta de hierro. Un día Evangeline decidió hablar con los criados de Euclides que eran los únicos que sabían de su relación.

-Ana, hace días que no veo a Euclides ¿Qué ha pasado? ¿Ha hecho alguna locura de las suyas, no?
-Esforzarse demasiado en vuestro plan de escape, me lo ha contado todo y se ha involucrado tanto que está en el hospital, creo que tiene una anemia por falta de hierro.
-¿Cuándo va a estar el hospital libre de su familia para ir a verle?
-Ahora mismo están todos en el laboratorio trabajando, puedes ir.
-Gracias.-Dijo Evangeline mientras besaba la mejilla de Ana.

Al llegar al hospital preguntó por la habitación de Euclides.
-¡Clides! ¿Que ha pasado, cariño?
-No se que de falta de hierro, bah seguro que no es nada, chupo un martillo como la cyrus esa durante una semana y ya.
-Al menos te lo tomas con humor, sabes que es por tanto entreno y la choza ¿no? No te involucres tanto.
-No quiero perderte.
-Sabes que no me vas a perder nunca, te lo prometi y mantengo mi palabra.
-Creo que mañana me dan el alta, la choza está acabada y de entrenamiento solo quedan unas cuantas semanas más.

Evangeline se fue a casa, ya que debia acudir a la cena.

Al día siguiente Euclides ya estaba de vuelta en casa y las semanas que quedaban de entrenamiento transcurrieron normal porque Euclides estaba curado y al no tener que trabajar en la choza ya no se esforzaba tanto.

Llego el final de los dos meses de entrenamiento y el lunes siguiente quedaron en el tronco.
-A ver, el plan es: yo toco la valla vienen los guardias a por mi, tu mientras sales por el lado este del poblado por el hueco de la valla y después me reúno contigo en la panaderia a la que va siempre Ana.
-Perfecto, voy al lado este y cuando  quieras toca la valla y corre hacia mi.

Le dio Euclides una patada a la valla y empezó a correr, al rato ya estaban los dos juntos en la puerta de la panadería.

Evangeline llevaba una mochila con comida y dinero, entraron a por algo de pan. Al fin estaban a salvo lejos de todo aquello, decidieron caminar hasta el pueblo más cercano y alli alquilaron una habitación de motel.

Al llegar al motel se tumbaron en la cama, era de matrimonio, Euclides llevaba el pelo alborotado y con un poco de sudor en la frente, eso parecia que excitaba un poco a Evangeline que empezó a besar apasionadamente a su chico se desnudaron, Euclides iba a pasar a la acción cuando:
-Espera, yo nunca...
-Tranquila confía en mi.-Dijo Euclides y la besó.
Euclides cogio por la cintura y el culo a Evangeline mientras empezaba a hacerle el amor. Todo acabó en un orgasmo que se convirtió en un grito de ella. Cayeron rendidos y se durmieron.

Al día siguiente por todo Sexagésimo cuarto estaban buscandolos, dieron orden de busca y captura, sus padres estaban como locos buscandolos.

Euclides y Evangeline bajaron a desayunar a un bar que había enfrente, el pueblo era pequeño con pocos habitantes, pero no necesitaban mucho mas. Se sentaron en una mesa y tomaron chocolate con churros.

-Estas cosas no se comen en Sexagésimo, están buenísimos.
-No se comen porque no encontramos el momento pero ayer los churros ya los probaste.-Contestó Euclides con una sonrisa pícara.
-Que sepas que me encanto y que me están apeteciendo más churros de los de ayer.
Acabaron el chocolate con churros y pagaron y subieron corriendo a la habitación besándose, nada más entrar Evangeline le quitó la ropa a Euclides y se agachó hasta poder tener a mano el sexo de Euclides después en la cama acabaron lo que habían empezado.

-Sabes, podría acostumbrarme a esto, pero tarde o temprano nos pillaran.
-Carpe diem, vivamos el momento.
-Disfrutemoslo.-Exclamó Evangeline.

Pasaron unos meses asi entre churros y polvos, mas de tres al día, ya que no tenían mucho más que hacer.

Al tercer mes sus padres mandaron unos guardias a ese pueblo, pero ellos no sabían nada, no tenían forma de enterarse. Les cogieron y se los llevaron a Sexagésimo.


Sexagésimo cuarto (parte2)


Euclides le contó todo lo que sus padres querían hacer con ella.
-Estarás de broma ¿no? Clides, habrá alguna forma de hacer que se echen atrás ¿no?
-No creo, todos los proyectos con expediente se han realizado, el tuyo está preparado para dentro de cinco meses.
-Podemos huir, como siempre habíamos querido.
-Eva, esta tarde me han perseguido y he corrido todo lo que he podido y me han alcanzado.
-Podemos entrenar.
-Eva...-La puerta se abrió, la criada les avisó de que sus padres estaban de camino. Evangeline besó a Euclides y se fue.

Eran muchas las reglas que regían aquel poblado, pero Euclides no tenía miedo de nada excepto de perder a Evangeline, si les pillaran la perdería para siempre. Llegaron sus padres a casa y entraron en su cuarto, al ver tal desorden le castigaron una semana entera sin comer ni beber. No se podían usar los móviles en Sexagésimo cuarto, solo los gobernadores podían, tenía más que claro que cuando fuera gobernador mandaría todo aquel poblado al garete. No podía avisar a Evangeline de su castigo, pero después de tantos años viendose a escondidas sabía como iba todo.

Dejaba notas para Evangeline en el alfeizar de su ventana debajo de una piedra, por allí pasaba Evangeline todos los días para ir al instituto así que al día siguiente cogió la nota de Euclides.

"Al idiota de tu novio le han castigado durante una semana, me gusta tu plan de escape, en una semana en el tronco.
Te amo.
Pase lo que pase, siempre.Euclides"

En clase Evangeline no dejaba de pensar en todo lo que le había contado Euclides y estaba absorta en sus pensamientos, cuando de repente vió en el suelo un trozo de cristal, espejo en particular, fue a cogerlo.

-Señorita Evangeline, responda a la pregunta.
-Eeesto...¿Qué pregunta?
-Fuera de clase, ¡ahora!

Evangeline metió el trozo de cirstal en su mochila y se fue al tronco a meditar como solía hacer Euclides.

Transcurrió la semana y los dos se echaban de menos, hasta que llegó el día esperado, la madre de Euclides fue a verle a su cuarto para decirle que se había acabado el castigo.

Euclides corrió hacia el tronco y allí encontro a Evangeline tan guapa como siempre.
-No me puedo creer lo que tus padres te quieren hacer Eva.
-Lose, corazon, es decepcionante.
-Sabes que lo de entrenarnos para correr está dificil ¿no? No hay gimnasios a los que ir y si corremos por aquí nos verán juntos.
-Lose, pero estos días al ir al instituto y pasar por tu casa he visto como detrás hay una explanada que nadie visita.
-Ah, sí. Cuando empecé a investigar el proyecto beta descubrí que allí van a poner unos laboratorios nuevos.
-Si consigues la fecha de realización podremos poner un recinto allí para nuestros planes y entrenos.
-Está bien, ve al instituto es la hora, yo voy a investigar más. Te pasaré a buscar.

Se besaron al despedirse.

Euclides fue a la explanada que Evangeline le había dicho, era muy grande y podrían construir una casa para los alimentos y herramientas de trabajo que luego al huir se llevarían entre unos árboles que estaban al final de la explanada de tal forma que estuviera oculta.

Euclides empezó a hacer unos mapas en su cuarto después de despejar la mesa de ropa, aun seguía todo destrozado, pero la mesa estaba intacta. Hizo un horario para planear los entrenamientos y un mapa para conocer mejor el terreno y saber donde poder construir una choza sin ser visto. Se puso unas bermudas vaqueras y una camiseta de manga corta blanca, se sirvió con tablones de una carpintería que tenía un amigo suyo y bajo a empezar a construir la choza. Antes de irse dejó una nota en el alfeizar diciendo que estaba en la explanada.

Evangeline antes de ir a la explanada decidió comprar algo de merienda, ya que sabía que Euclides habría estado mucho tiempo trabajando y compró alguna cosa de larga caducidad para dejar en la choza.

-¡Eva! Mira, echa un vistazo a estos planos y horarios.
-Son perfectos ¿Los has hecho tu?
-Claro.
-Quedate por aquí vigilando esto que voy a investigar cuando empezarán a construir por aquí.

Tenían cinco meses para entrenar a fondo antes de la prueba de Evangeline, pero debían escapar antes, así que había planificado un entrenamiento intenso para dos meses.

Al llegar al laboratorio del proyecto beta empezó a mirar papeles de los cajones donde había encontrado lo de la operación de Evangeline, vió unos planos del laboratorio que construirían en la explanada, ponía fecha para dentro de dos meses justo como él había planificado, así el laboratorio estaría listo para la operación de Evangeline, pero nadie sabía que eso no se iba a realizar nunca, ya que escaparían.

Después del intenso entrenamiento de ese día cada uno se fue a asearse para la cena.

En las cenas y comidas todo era reducido y cada uno tenía un vale que daban al entrar, según el trabajo que hacías tenías un menu u otro, mejor dicho una cantidad u otra.

Transcurrieron unas semanas y por las mañanas Euclides construía la choza y por las tardes entrenaban juntos, sus raciones de comidas y cenas eran reducidos y más para Euclides, ya que no tenía trabajo, bueno sí, pero nadie lo sabía, le faltaban nutrientes y cada día estaba peor, pero debía hacer todo eso para salvar a Evangeline.

Sexagésimo cuarto

Todo era demasiado verde y demasiado perfecto, las flores brotaban aun sin sol ni agua. Euclides habia descubierto por primera vez a sus 18 años la idea de sus padres, pensaba en ellos como en unos monstruos, necesitaba huir de allí, meditarlo todo, aun no podia contarselo a Evangeline, tenía que pensar en la forma para decírselo.

Se sentó en un tronco de un árbol que fue cortado hace años, lejos de la población de Sexagésimo cuarto y  pensó en el momento en el que conoció a Evangeline, su compañera de fatigas y algo más que su amiga.

Fue un día caloruso de verano a sus diez años, ella tenía siete, sus padres habían concertado una reunión con los padres de Evangeline para tratar sobre el proyecto beta, un proyecto en el cual harían que los niños de generaciones posteriores fueran a su imagen y semejanza. Evangeline llevaba un vestido azul y su pelo rubio se mecia en el viento mientras los dos corrian para matar el tiempo, Euclides se enamoró, la amistad entre los dos cada vez se estrechaba más hasta acabar en una relación amorosa perfecta.

El proyecto beta consistía en la inserción de unos dispositivos en la sangre de los niños para que fueran tal y como ellos, los padres de Euclides y Evangeline deseaban, ya que eran los gobernadores de Sexagésimo cuarto. Este poblado se llamaba así por el año de su fundación 1964 cuando los antepasados de Euclides y Evangeline decidieron gobernar a un circulo cerrado de personas para obtener el poder sobre estos, así pues colocaron en los límites del poblado unas vallas, las mismas vallas a las que Euclides estaba mirando ese día fijamente pensativo.

-Te estaba buscando.-Dijo una voz por detrás suyo, era Evangeline.
-¡Eva! Necesitaba estar solo, ha sido un día largo, estoy agotado y ya sabes que me gusta sentarme aquí a pensar.
-Si quieres te dejo solo y luego a la noche después de cenar nos vemos.
-Lo apreciaría mucho, gracias Eva.

Eva se despidió de Euclides con un gram beso que parecía eterno.

Euclides y Evangeline habían oido hablar del proyecto beta, incluso habían visto en que consistía, a un compañero de Evangeline le cambiaron sus padres el color de los ojos, los padres de este chico eran demasiado caprichosos y sabían de la existencia de este proyecto así que tras mucha discusión llevaron al chico a la sala de pruebas y le pusieron un dispositivo que cambiaba la apariencia de sus ojos de marrones a azules.

Eran unos dispositivos que emitían unos rayos los cuales al llegar a la retina de lls demás cambiaban lo que veían en la persona que los llevaba por lo tanto la persona seguía igual, solo que los demás la veían diferente. Como estos dispositivos no afectaban al cerebro era mejor hacer estas operaciones justo al nacer para que los niños no se resistieran, pero la generación de Evangeline fue de las primeras y los cambios se hicieron más tarde.

Ahora Evangeline tenía quince años y Euclides investigando como siempre en el proyecto beta descubrió que los padres de Evangeline querían un niño y que ultimamente no estaban contentos con el comportamiento de esta y decidieron que le introducirían un dispositivo para cambiar su apariencia a chico.

Euclides descargó su furia contra la valla pegandole patadas y saltaron las alarmas, unos guardias fueron a por él y empezó a correr no quería explicar a sus padres que hacía allí, al final se canso y los guardias dieron con él, sus padres al enterarse le encerraron en su cuarto sin cenar, por violación de dos de las normas de Sexagésimo cuarto.

En su cuarto empezó a tirar su ropa por los suelos y a destrozar los muebles no entendía que sus padres fueran así, tan distintos a él.

-No estabas en el comedor, deja de hacer tonterias Clides.
-Eva, si te pillaran aquí podría caerte una buena.
- Nuestros padres están en una reunión, la criada me ha dejado pasar. ¿Qué ha pasado?
- He estallado, tengo que contarte algo, pero antes prometeme que pase lo que pase siempre me querras y que todo seguirá igual que ahora.-Empezó a decir Euclides con lágrimas en los ojos.
-Ya sabes que sí, te amo, te lo prometo.
-He estado investigando en el proyecto beta, y he encontrado los expedientes de todas las operaciones que tienen planeadas en los próximos meses.
-Te dije que no te metieras, Clides.
-Dejame acabar, hay un expediente con tu nombre. Eva, esto que hacen es demasiado fuerte, vi como hacían que un conejo pasará a ser un cerdo. Tenemos pocos meses.
-¿Qué?-Exclamó Evangeline sin creerse lo que estaba oyendo.

Nueva temporada

Hace tiempo que no publico nada, pero he estado escribiendo una historia que a continuación voy a publicar. Espero que os guste, besos.