-¡Quiero poner el Belén ya!-Marcos llevaba gritando aquello
toda la mañana.
Fuera hacía frío, así que Marcos no había podido salir a
pasear con su madre para observar las decoraciones de Navidad que llenaban las
calles y plazas de Zaragoza.
Marcos tenía 8 años y disfrutaba mucho con el espíritu
navideño así que su casa acababa llena de lucecitas y decoraciones.
-Marcos, mamá está cocinando, espera a que acabe-Decía su
padre mientras intentaba leer el periódico
Al final de la mañana cuando la madre de Marcos ya había
acabado de hacer la comida se dispusieron a poner el Belén para que él pudiera
estar contento, le encantaba ordenar las figuritas a su manera; los Reyes Magos
camino de Belén, un pastor al lado de sus ovejas y su perro cerca de un pequeño
río que hizo hace años con cartulina azul, en el pesebre ponía un pequeño
portal con una bombilla que simulaba un fuego cuando la enchufabas. Echaba
cuidadosamente serrín y musgo que tenía guardado en un pequeño paquete, para
que según él las ovejas tuvieran algo que comer.
Cuando todo estaba acabado se dio cuenta de un detalle y empezó
a llorar y patalear, quizá era algo mayor para eso, pero le gustaba que todo
estuviera perfecto y más cuando se trataba de las fiestas de Navidad, pero
faltaba algo esencial de colocar en el Belén, la figura del niño Jesús,
recuerda haberla envuelto y guardado junto a las demás en su caja.
-¡No está!-Dijo entre sollozos.
-¿Qué pasa?
-Jesús, falta el niño.
-Tranquilo, estará por alguna parte, lo encontraremos.
Pasaron parte de la tarde buscando la figura y no aparecía
por ningún lado, Marcos estaba muy triste.
Ese año era el primero que Manuel, el hermano mayor de
Marcos no estaba en casa, tenía 20 años y estaba estudiando fuera de casa, les
veía escasas veces y siempre había sido un gran apoyo para Marcos y por ello
ese año él estaba mucho más triste, las pataletas eran más frecuentes, y las
calificaciones en el colegio cada vez más bajas. Sus padres hacían todo lo que
podían por que Marcos estuviera más feliz, pero cada noche cuando se acostaba
besaba la fotografía de su hermano que yacía sobre su mesilla.
Manuel por su parte también echaba de menos su hogar, estar
tan lejos de aquellos que quiere nunca le ha gustado, notaba que le faltaba
algo a su alrededor, ese apoyo que siempre tenía, cuando todo iba mal la
inocencia de Marcos le ayudaba a ver que seguía habiendo un lado bueno en la
vida, un lado que brillaba.
Marcos siempre tenía la esperanza de que pronto vería a su
hermano mayor, pero esta vez estaba más triste de lo normal y le costaba
mantener la esperanza, hacía mucho desde la última vez que le vio y le enseñó
cómo jugar bien a algunos videojuegos para que luego pudiera contarles a sus
amigos lo guay que era su hermano mayor. La tristeza se acumulaba cada día, y
al despertarse iba directamente a donde estaba puesto el Belén para ver si la
figura del niño Jesús había nacido ya, pero ningún día lo hacía. Daba todo por
perdido, el Belén y a su hermano.
Después de varias semanas observando el Belén se acercaba la
Navidad, y aún faltaban muchas cosas por arreglar, pero la figura seguía sin
aparecer, así que el 20 de diciembre cuando Marcos se levantó quito el Belén y
cada uno de los adornos que hace días había puesto con tanta ilusión, según él
ninguno tenía sentido sin el niño Jesús.
Manuel por su parte iba camino de su casa por Navidad y no
había avisado a su familia, pero sabía que esa tarde era el festival que hacían
en el colegio de Marcos, el tren llegó justo a la hora prevista, y él fue a su
casa donde ya no había nadie, se habían ido ya al colegio, pero Manuel lo usó
como ventaja, puso todos las decoraciones que Marcos había quitado aquella
mañana y dejó en el pesebre la figura del niño Jesús que le había comprado.
Cuando acabó su labor en casa fue al colegio de Marcos para
verle actuar, ya que sabía que aquella sorpresa le animaría mucho.
Llegó justo cuando empezaba la parte en la que salía Marcos
así que su hermano se levantó en las gradas y alzó los brazos para que se
percatará de que estaba ahí, Marcos en el escenario empezó a sonreír y a llorar
de emoción, no sin olvidarse de la actuación la cual le salió perfecta.
Cuando acabó la función se abrazaron fuerte, ambos se
echaban mucho de menos.
-Vamos a casa llorica-Le dijo Manuel cogiéndole de la mano
-No sabía si esperar al 25 para darte esta sorpresa-Dijo
Manuel cuando llegaban a casa
-¿Otra? Sólo quería que vinieras ya-Contestó Marcos muy
feliz
Al entrar en casa Marcos se quedó boquiabierto al ver todas
y cada una de sus decoraciones colocadas en su sitio, y en el pesebre la figura
del niño Jesús, no paraba de llorar y abrazar a Manuel, él también se echó a
llorar añoraba esos momentos en los que ambos sabían que estarían ahí para
apoyarse el uno al otro.
Así que finalmente para el día de Navidad, sí que había
nacido el niño Jesús en casa de Marcos y Manuel y con él la felicidad y la
esperanza de un nuevo camino juntos.
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