Cuando yo le preguntaba a mi abuela que había pasado siempre
intentaba esquivar mi pregunta, pero volvía a contarme otra vez la historia de
mi triste niñez:
-Os ibais a ir de viaje a Madrid a descubrir más partes del
mundo; aunque tus padres no querían ir siendo tú tan pequeña, así que esperaron a que tú tuvieras tres
años. Ese año empezaste el colegio y te llevabas muy bien con tu clase. Cuando
llegó el verano os fuisteis a Madrid y entonces cuando ibais a salir de Teruel…
-Mi abuela empezó a llorar.
-Abuela, no hace falta que sigas, el resto ya me lo sé, si
quieres recojo yo la mesa de la cena y tú te puedes ir a dormir.
-Vale, gracias.
Entonces voy a seguir contando yo la historia:
-Cuando íbamos a salir de Teruel una espesa niebla cubrió el
cielo, mi padre en ese momento chocó contra un coche, que lo conducía un señor
un tanto asqueroso que había bebido demasiado, mis padres resultaron heridos
muy gravemente; después de este incidente yo que no sabía que hacer, ya que
tenía tres años, empecé a llorar; en ese momento mi abuela llamó para ver por
donde íbamos, yo abrí el móvil de mi madre con mis diminutas manos y empecé a
llorar, mi abuela llamó a mi madre:
-Sandra, ¿Sandra?
-¿yaya?
-Cariño, pásame con tu madre.
-Seguí llorando cada vez más.
-¿Qué pasa, estáis bien?
-Yo sí, papá y mamá no.-Dije con mi dulce voz de niña
pequeña.
-¿Cómo?
-Yaya, tú llamar a hospital grápido.
-Vale, pero tengo que saber donde estáis.
-Bueno al final no sé cómo pero mi abuela llamó a un
hospital y dentro de unos diez minutos estuvimos nosotras sentadas en la sala
de espera, esperando a que nos dieran noticia de mis padres, en ese momento
apareció un señor con una bata blanca y nos comunicó que mis padres no se
podían curar y que morirían al acabar el mes, entonces mi abuela decidió
dejarlos en el hospital esos días y se comprometió a cuidar de mi siempre.
Cuando terminó el mes mis padres murieron y fuimos al funeral donde había:
amigos de mis padres, compañeros de trabajo, etc. Pero de mi familia sólo
estaban mis otros abuelos; mi abuela me explicó que mis tíos “Los Darlin”(así
se apellida mi tío Santiago) se fueron a un apartamento que tenían en una
preciosa playa de la costa de Murcia; mis tíos “Los Andaluces”(mis tíos se
conocieron en Sevilla pero ninguno de ellos es de allí) tenían una boda de unos
amigos; y mis otros tíos (los tardanos) llegaban tarde, como siempre, no les
dio tiempo a llegar y sólo acudieron a casa de mi abuela, cuando yo estaba en el
colegio.
Desde ese mes tan terrible ya han pasado once años y desde
entonces no he visto a ninguno de mis tíos; dice mi abuela que se arrepienten
de no haber ido al funeral y creo que tiene razón.
-Cariño el mes que viene es mi cumpleaños los invitaré a
casa a cenar, así podrás conocerlos.
-No quiero conocer a una gente tan desagradable, que ni
siquiera se preocupa por su familia.
-Ellos querrán conocerte, dales una oportunidad.
-Increible…
-No quiero que me hables así; a tu cuarto ahora mismo y
vendrán quieras o no, porque son mis hijos y punto.
Cuando llegó el cumpleaños de mi abuela, ella estaba muy
guapa y trasmitía mucha felicidad; yo no quería destrozar su gran día, así que
para no revelarme cuando hablaran de lo del funeral, hice como si yo no fuera
de la familia, es decir, cuando estaban por llegar me vestí con una ropa con la
que parecía un ama de casa, cogí un plumero, me hice una coleta y listo; esto a
mi abuela no le gustó nada y le conté mi plan, que tampoco le gustó, pero
recapacitó y pensó que quizás sería lo mejor. Llamaron a la puerta y yo fui a
abrirla:
-Buenas tardes señores, ustedes deben de ser los Darlin,
verdad. Yo soy María el ama de casa que trabaja para Angelina, pasen.
-Encantada.-Dijo mi tía Eva.
-Anda pero que niños tan guapos ¿quiénes sois?.-Dije
dirigiéndome a mis primos.
-Yo soy Andrea y él es Pedro mi hermano pequeño.
-Encantada.
Acompañé a los Darlin a la mesa y les ofrecí un té. Cuando
estaba preparando el té, que me enseñó mi abuela, llamaron a la puerta.
-Abro yo.-Dije.
-Buenas tardes señores, ustedes deben de ser los andaluces,
verdad. Yo soy María el ama de casa que trabaja para Angelina, pasen.-Repetí
con gran dulzura.
-Claro, sí sí esos jajjajajj, obvio ¿no?
-Pues la verdad es que sí jajjajajja.
-Hola, nosotros somos José y la pequeña Nathaly.
-Encantada. ¿Quieren un té?
-Vale, gracias.
En el salón se oían saludos entre primos y muchas risas.
Media hora más tardes llegaron los que faltaban y fui a
abrir la puerta:
-Buenas tardes, yo soy María el ama de casa que trabaja para
Angelina.
-Encantada.
-Lo mismo digo, ¿un té?
-Claro, porque no. Ellos son mis hijos: Priscila y Dylan.
-Pasen, todos les esperan allí.
-María, llévate a los niños a aquel cuarto.
-Claro, Angelina.
Llevé a mis primos a un cuarto donde allí empezaron a
hablar, a jugar y a observar fotos; yo me quedé allí con ellos y cuando sacaron
las fotos vi a mis padres, estaban muy felices, pues acababan de casarse esa
era una foto preciosa y transmitían mucha seguridad en sí mismos y en su
decisión, los ojos se me llenaron de lágrimas y recordé el día del accidente
como si fuera ayer, corrí al baño y empecé a llorar desconsoladamente. Dylan
fue a buscar a mi abuela:
-Abuela.
-¿Sí, Dylan?
-¿Qué le pasa a María: abrimos el álbum de fotos y cuando
íbamos por la de la boda de los tíos se echo a llorar y se fue al baño?
-Ahora voy a hablar con ella y tú veté con tus primos,
gracias por avisarme.
-De nada.-Dijo mi primo cabizbajo y se fue tal y como la
abuela le había dicho.
Mi abuela dio dos golpes con sus nudillos en la puerta del
baño:
-Soy yo, Angelina.
-Pase.
-Vete a tu cuarto y allí haz como si limpias y llora todo lo
que quieras, pero con cuidado de que no te oigan.
-Vale, gracias, señora Angelina.
Salí del baño y les dije a mis primos que no se preocuparan
que sólo me lloraban los ojos, que había ido al baño a lavarme la cara e iba a
limpiar un poco el cuarto de los invitados(el mio) porque me lo había ordenado
Angelina.
Cuando entré en mi cuarto; en él había: un armario blanco
con unas flores de adorno, una mesilla con una lamparita vieja que me gustaba mucho porque era de mi madre y
la había llevado allí desde el día de su muerte, porque a mi me había gustado
desde pequeña y mi madre hubiera querido que yo la tuviera, una cómoda con
fotografías de toda la familia, una mesa blanca y una silla a juego con la
mesa; cogí la foto de mis padres que estaba encima de la cómoda y me tumbé en
la cama a observarla, era en un prado muy verde y florido del monasterio de
piedra y allí estaban mis padres apoyados sobre una vieja barandilla y yo
estaba en los brazos de mi padre, a esa fotografía la llamaba el paraíso verde,
porque allí estaba lo que más quería: a mis padres y todo lo que había en la
foto era bonito y verde; entonces, al recordar ese momento empecé a llorar
mucho y llamaron a la puerta, recogí la fotografía me sequé los ojos y hablé:
-Adelante pase.
-Hola María, siento haberte molestado.
-Ah, eres tú Dylan.¿Qué quieres?
-Mis primos y yo te pedimos que nos cuentes lo que les pasó
a mis tíos, si lo sabes claro, es que la abuela nunca nos lo quiere contar.
-Yo cuando vine aquí por primera vez le pregunté a tu abuela
que le pasaba que estaba muy triste y me contó la historia; luego voy con
vosotros allí y os la cuento.
-Pero, ¿tenían hijos?
-¿Quieres decir que si tú tienes más primos?
-Sí, eso, exacto.
-Tenías una prima más, pero creo que también murió; una cosa
más nunca le preguntéis a Angelina por esta historia se entristece mucho y lo
pasa fatal es mejor que esté feliz, como ahora.
-Gracias, María.
Pensé mucho lo que les iba a contar a mis primos y entré en
el cuarto en el que estaban ellos, cogí una silla y me senté:
-Sentaos.-Dije señalando un sofá que había al fondo de la
habitación.
-Vale.-Contestaron todos al unísono.
-Vuestros tíos iban a irse a Madrid de vacaciones por unos
cuantos días con vuestra prima…
-¿Qué prima?-Me interrumpió mi primo José de diez años.
-Una que tenías que murió con vuestros tíos.-Seguí el
relato.
-…entonces al salir de Teruel…-
-¿Dónde está Teruel?.-Volví a ser interrumpida, esta vez por
la pequeña Nathaly que tenía cinco años.
-Está después de Zaragoza en dirección sur.-Seguí el relato
-…un conductor borracho chocó contra el coche de vuestros
tíos; y luego salió en las noticias que habían muerto los tres y al acabar el
mes fue el funeral.
-A ver preguntas.-dije yo al finalizar el relato, como si
contarlo no me hubiera supuesto ningún esfuerzo.
-Pero, para ir a Madrid desde Zaragoza no hay que pasar por
Teruel.-Dijo Priscila que tenía diecisiete años y había ido cinco veces a
Madrid.
-Ya, pero también querían ver Teruel.-Contesté
-¿El conductor borracho murió?-Preguntó Dylan que tenía
catorce años.
-No… él salió de la cárcel hace tres años.-Contesté
-¿Por qué metieron a ese señor a la cárcel?-Preguntó Andrea
que tenía once años.
-Por conducir borracho.
-Hola, chicos; María ¿Qué haces aquí te dije que limpiaras
el cuarto…-mi abuela no sabía como bautizar al cuarto así que terminé yo la
frase.
-…de los invitados, lo sé, es que ellos me pidieron que
viniera a hacerles compañía.-Contesté
-Muy bien me parece que os llevéis bien, pero ya hay que
merendar, chicos.
-¿María puede merendar con nosotros?-Preguntó Pedro que
tenía cuatro años.
-Claro, si ella quiere.
-Será un placer.-Contesté con dulzura.
Entramos en el gran comedor, en el que había una mesa en el
centro con diez sillas alrededor y otras dos sillas en dos esquinas, en una
pared del comedor había un terraza y en las otras dos había un cuadro en cada
una, la pared restante comunicaba con el salón.
Encima de la mesa había una gran tarta en la que se podía
leer: felicidades Angelina; en ella unas cuantas velas brillaban como estrellas
en la noche, cuando entró la abuela nos pusimos a cantar feliz cumpleaños y al
llegar ella a la mesa sopló las velas.
Después de merendar le entregaron un gran regalo de parte de
toda la familia y yo fui a mi cuarto a buscar el mío; empezó abriendo el
grande, el de toda la familia, era un microondas nuevo, Angelina se puso muy
contenta, luego abrió el mío que eran unos pendientes y también le gustó mucho.
Acompañé a todos menos a la familia de Dylan a la puerta, ya
que ellos se quedaban a ayudar a Angelina; nos despedimos y me quedé en un
cuarto con Dylan y con Priscila.
A Priscila la vino a buscar su novio y Dylan y sus padres se
quedaron a dormir en casa de mi abuela.
-María ve con Dylan al cuarto y prepárale la cama.
-Claro, Angelina.
Entré en el cuarto con Dylan y abrí los dos armarios que se
convirtieron en camas para que durmiéramos los dos, Dylan se tumbó en la cama
con un gesto de cansancio y yo hice lo mismo:
-Bueno, ¿qué tal ha estado el cumpleaños?
-Ha estado bien, pero podría haber estado mejor.-Dijo Dylan
a punto de reírse. Estallamos de risa los dos.
-Oye, jajajajajaja-Conteste lanzándole mi almohada. Él a
continuación hizo lo mismo con la suya.
-¡Para ya!-Protestó
-¡Parar ya, los dos!-Contestó mi abuela entrando al cuarto.
-Oh, abuela lo sentimos.-Contestó Dylan.
-Eso espero, y ahora a dormir.
Angelina cerró la puerta:
-Oye, sabes me siento mal.-Dijo de pronto Dylan.
-¿Por?
-Es que tendría que haber ido al entierro de mis tíos, me
siento culpable.
-Tenías sólo tres años.
-Tienes razón, pero si mi prima viviera le diría que mi
culpa no fue, que yo la hubiera ayudado en todo y que la habría querido mucho.
-Ya lo estas haciendo, Dylan.
-¿Cómo?
-Con todos estos sentimientos que manifiestas y que tu
corazón no puede reprimir.
-Eso es muy bonito, gracias por tu apoyo.
-De nada, yo quiero ayudaros a todos a superarlo y más a Angelina,
está muy destrozada.
-Se debe sentir fatal, bueno hasta mañana.
-Hasta mañana.
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