There.

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domingo, 15 de diciembre de 2013

Primera parte de El soplo del hada del paraiso verde.

Cuando yo le preguntaba a mi abuela que había pasado siempre intentaba esquivar mi pregunta, pero volvía a contarme otra vez la historia de mi triste niñez:
-Os ibais a ir de viaje a Madrid a descubrir más partes del mundo; aunque tus padres no querían ir siendo tú tan pequeña,  así que esperaron a que tú tuvieras tres años. Ese año empezaste el colegio y te llevabas muy bien con tu clase. Cuando llegó el verano os fuisteis a Madrid y entonces cuando ibais a salir de Teruel…
-Mi abuela empezó a llorar.
-Abuela, no hace falta que sigas, el resto ya me lo sé, si quieres recojo yo la mesa de la cena y tú te puedes ir a dormir.
-Vale, gracias.
Entonces voy a seguir contando yo la historia:
-Cuando íbamos a salir de Teruel una espesa niebla cubrió el cielo, mi padre en ese momento chocó contra un coche, que lo conducía un señor un tanto asqueroso que había bebido demasiado, mis padres resultaron heridos muy gravemente; después de este incidente yo que no sabía que hacer, ya que tenía tres años, empecé a llorar; en ese momento mi abuela llamó para ver por donde íbamos, yo abrí el móvil de mi madre con mis diminutas manos y empecé a llorar, mi abuela llamó a mi madre:
-Sandra, ¿Sandra?
-¿yaya?
-Cariño, pásame con tu madre.
-Seguí llorando cada vez más.
-¿Qué pasa, estáis bien?
-Yo sí, papá y mamá no.-Dije con mi dulce voz de niña pequeña.
-¿Cómo?
-Yaya, tú llamar a hospital grápido.
-Vale, pero tengo que saber donde estáis.
-Bueno al final no sé cómo pero mi abuela llamó a un hospital y dentro de unos diez minutos estuvimos nosotras sentadas en la sala de espera, esperando a que nos dieran noticia de mis padres, en ese momento apareció un señor con una bata blanca y nos comunicó que mis padres no se podían curar y que morirían al acabar el mes, entonces mi abuela decidió dejarlos en el hospital esos días y se comprometió a cuidar de mi siempre. Cuando terminó el mes mis padres murieron y fuimos al funeral donde había: amigos de mis padres, compañeros de trabajo, etc. Pero de mi familia sólo estaban mis otros abuelos; mi abuela me explicó que mis tíos “Los Darlin”(así se apellida mi tío Santiago) se fueron a un apartamento que tenían en una preciosa playa de la costa de Murcia; mis tíos “Los Andaluces”(mis tíos se conocieron en Sevilla pero ninguno de ellos es de allí) tenían una boda de unos amigos; y mis otros tíos (los tardanos) llegaban tarde, como siempre, no les dio tiempo a llegar y sólo acudieron a casa de mi abuela, cuando yo estaba en el colegio.

Desde ese mes tan terrible ya han pasado once años y desde entonces no he visto a ninguno de mis tíos; dice mi abuela que se arrepienten de no haber ido al funeral y creo que tiene razón.

-Cariño el mes que viene es mi cumpleaños los invitaré a casa a cenar, así podrás conocerlos.
-No quiero conocer a una gente tan desagradable, que ni siquiera se preocupa por su familia.
-Ellos querrán conocerte, dales una oportunidad.
-Increible…
-No quiero que me hables así; a tu cuarto ahora mismo y vendrán quieras o no, porque son mis hijos y punto.

Cuando llegó el cumpleaños de mi abuela, ella estaba muy guapa y trasmitía mucha felicidad; yo no quería destrozar su gran día, así que para no revelarme cuando hablaran de lo del funeral, hice como si yo no fuera de la familia, es decir, cuando estaban por llegar me vestí con una ropa con la que parecía un ama de casa, cogí un plumero, me hice una coleta y listo; esto a mi abuela no le gustó nada y le conté mi plan, que tampoco le gustó, pero recapacitó y pensó que quizás sería lo mejor. Llamaron a la puerta y yo fui a abrirla:
-Buenas tardes señores, ustedes deben de ser los Darlin, verdad. Yo soy María el ama de casa que trabaja para Angelina, pasen.
-Encantada.-Dijo mi tía Eva.
-Anda pero que niños tan guapos ¿quiénes sois?.-Dije dirigiéndome a mis primos.
-Yo soy Andrea y él es Pedro mi hermano pequeño.
-Encantada.
Acompañé a los Darlin a la mesa y les ofrecí un té. Cuando estaba preparando el té, que me enseñó mi abuela, llamaron a la puerta.
-Abro yo.-Dije.
-Buenas tardes señores, ustedes deben de ser los andaluces, verdad. Yo soy María el ama de casa que trabaja para Angelina, pasen.-Repetí con gran dulzura.
-Claro, sí sí esos jajjajajj, obvio ¿no?
-Pues la verdad es que sí jajjajajja.
-Hola, nosotros somos José y la pequeña Nathaly.
-Encantada. ¿Quieren un té?
-Vale, gracias.
En el salón se oían saludos entre primos y muchas risas.
Media hora más tardes llegaron los que faltaban y fui a abrir la puerta:
-Buenas tardes, yo soy María el ama de casa que trabaja para Angelina.
-Encantada.
-Lo mismo digo, ¿un té?
-Claro, porque no. Ellos son mis hijos: Priscila y Dylan.
-Pasen, todos les esperan allí.
-María, llévate a los niños a aquel cuarto.
-Claro, Angelina.
Llevé a mis primos a un cuarto donde allí empezaron a hablar, a jugar y a observar fotos; yo me quedé allí con ellos y cuando sacaron las fotos vi a mis padres, estaban muy felices, pues acababan de casarse esa era una foto preciosa y transmitían mucha seguridad en sí mismos y en su decisión, los ojos se me llenaron de lágrimas y recordé el día del accidente como si fuera ayer, corrí al baño y empecé a llorar desconsoladamente. Dylan fue a buscar a mi abuela:
-Abuela.
-¿Sí, Dylan?
-¿Qué le pasa a María: abrimos el álbum de fotos y cuando íbamos por la de la boda de los tíos se echo a llorar y se fue al baño?
-Ahora voy a hablar con ella y tú veté con tus primos, gracias por avisarme.
-De nada.-Dijo mi primo cabizbajo y se fue tal y como la abuela le había dicho.
Mi abuela dio dos golpes con sus nudillos en la puerta del baño:
-Soy yo, Angelina.
-Pase.
-Vete a tu cuarto y allí haz como si limpias y llora todo lo que quieras, pero con cuidado de que no te oigan.
-Vale, gracias, señora Angelina.
Salí del baño y les dije a mis primos que no se preocuparan que sólo me lloraban los ojos, que había ido al baño a lavarme la cara e iba a limpiar un poco el cuarto de los invitados(el mio) porque me lo había ordenado Angelina.
Cuando entré en mi cuarto; en él había: un armario blanco con unas flores de adorno, una mesilla con una lamparita vieja  que me gustaba mucho porque era de mi madre y la había llevado allí desde el día de su muerte, porque a mi me había gustado desde pequeña y mi madre hubiera querido que yo la tuviera, una cómoda con fotografías de toda la familia, una mesa blanca y una silla a juego con la mesa; cogí la foto de mis padres que estaba encima de la cómoda y me tumbé en la cama a observarla, era en un prado muy verde y florido del monasterio de piedra y allí estaban mis padres apoyados sobre una vieja barandilla y yo estaba en los brazos de mi padre, a esa fotografía la llamaba el paraíso verde, porque allí estaba lo que más quería: a mis padres y todo lo que había en la foto era bonito y verde; entonces, al recordar ese momento empecé a llorar mucho y llamaron a la puerta, recogí la fotografía me sequé los ojos y hablé:

-Adelante pase.
-Hola María, siento haberte molestado.
-Ah, eres tú Dylan.¿Qué quieres?
-Mis primos y yo te pedimos que nos cuentes lo que les pasó a mis tíos, si lo sabes claro, es que la abuela nunca nos lo quiere contar.
-Yo cuando vine aquí por primera vez le pregunté a tu abuela que le pasaba que estaba muy triste y me contó la historia; luego voy con vosotros allí y os la cuento.
-Pero, ¿tenían hijos?
-¿Quieres decir que si tú tienes más primos?
-Sí, eso, exacto.
-Tenías una prima más, pero creo que también murió; una cosa más nunca le preguntéis a Angelina por esta historia se entristece mucho y lo pasa fatal es mejor que esté feliz, como ahora.
-Gracias, María.

Pensé mucho lo que les iba a contar a mis primos y entré en el cuarto en el que estaban ellos, cogí una silla y me senté:
-Sentaos.-Dije señalando un sofá que había al fondo de la habitación.
-Vale.-Contestaron todos al unísono.
-Vuestros tíos iban a irse a Madrid de vacaciones por unos cuantos días con vuestra prima…
-¿Qué prima?-Me interrumpió mi primo José de diez años.
-Una que tenías que murió con vuestros tíos.-Seguí el relato.
-…entonces al salir de Teruel…-
-¿Dónde está Teruel?.-Volví a ser interrumpida, esta vez por la pequeña Nathaly que tenía cinco años.
-Está después de Zaragoza en dirección sur.-Seguí el relato
-…un conductor borracho chocó contra el coche de vuestros tíos; y luego salió en las noticias que habían muerto los tres y al acabar el mes fue el funeral.
-A ver preguntas.-dije yo al finalizar el relato, como si contarlo no me hubiera supuesto ningún esfuerzo.
-Pero, para ir a Madrid desde Zaragoza no hay que pasar por Teruel.-Dijo Priscila que tenía diecisiete años y había ido cinco veces a Madrid.
-Ya, pero también querían ver Teruel.-Contesté
-¿El conductor borracho murió?-Preguntó Dylan que tenía catorce años.
-No… él salió de la cárcel hace tres años.-Contesté
-¿Por qué metieron a ese señor a la cárcel?-Preguntó Andrea que tenía once años.
-Por conducir borracho.
-Hola, chicos; María ¿Qué haces aquí te dije que limpiaras el cuarto…-mi abuela no sabía como bautizar al cuarto así que terminé yo la frase.
-…de los invitados, lo sé, es que ellos me pidieron que viniera a hacerles compañía.-Contesté
-Muy bien me parece que os llevéis bien, pero ya hay que merendar, chicos.
-¿María puede merendar con nosotros?-Preguntó Pedro que tenía cuatro años.
-Claro, si ella quiere.
-Será un placer.-Contesté con dulzura.

Entramos en el gran comedor, en el que había una mesa en el centro con diez sillas alrededor y otras dos sillas en dos esquinas, en una pared del comedor había un terraza y en las otras dos había un cuadro en cada una, la pared restante comunicaba con el salón.

Encima de la mesa había una gran tarta en la que se podía leer: felicidades Angelina; en ella unas cuantas velas brillaban como estrellas en la noche, cuando entró la abuela nos pusimos a cantar feliz cumpleaños y al llegar ella a la mesa sopló las velas.

Después de merendar le entregaron un gran regalo de parte de toda la familia y yo fui a mi cuarto a buscar el mío; empezó abriendo el grande, el de toda la familia, era un microondas nuevo, Angelina se puso muy contenta, luego abrió el mío que eran unos pendientes y también le gustó mucho.

Acompañé a todos menos a la familia de Dylan a la puerta, ya que ellos se quedaban a ayudar a Angelina; nos despedimos y me quedé en un cuarto con Dylan y con Priscila.

A Priscila la vino a buscar su novio y Dylan y sus padres se quedaron a dormir en casa de mi abuela.

-María ve con Dylan al cuarto y prepárale la cama.
-Claro, Angelina.

Entré en el cuarto con Dylan y abrí los dos armarios que se convirtieron en camas para que durmiéramos los dos, Dylan se tumbó en la cama con un gesto de cansancio y yo hice lo mismo:
-Bueno, ¿qué tal ha estado el cumpleaños?
-Ha estado bien, pero podría haber estado mejor.-Dijo Dylan a punto de reírse. Estallamos de risa los dos.
-Oye, jajajajajaja-Conteste lanzándole mi almohada. Él a continuación hizo lo mismo con la suya.
-¡Para ya!-Protestó
-¡Parar ya, los dos!-Contestó mi abuela entrando al cuarto.
-Oh, abuela lo sentimos.-Contestó Dylan.
-Eso espero, y ahora a dormir.
Angelina cerró la puerta:
-Oye, sabes me siento mal.-Dijo de pronto Dylan.
-¿Por?
-Es que tendría que haber ido al entierro de mis tíos, me siento culpable.
-Tenías sólo tres años.
-Tienes razón, pero si mi prima viviera le diría que mi culpa no fue, que yo la hubiera ayudado en todo y que la habría querido mucho.
-Ya lo estas haciendo, Dylan.
-¿Cómo?
-Con todos estos sentimientos que manifiestas y que tu corazón no puede reprimir.
-Eso es muy bonito, gracias por tu apoyo.
-De nada, yo quiero ayudaros a todos a superarlo y más a Angelina, está muy destrozada.
-Se debe sentir fatal, bueno hasta mañana.

-Hasta mañana.

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